lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre el Nono

Muchos dirán que lo más recuerdan de mi abuelo Carlos es su sordera. La camiseta típicamente italiana. O los manchones de pintura en los brazos y en la panza que dejaba que se le fueran solos. El hecho de que consiguiera su vino preferido en damajuana (el Tintarelli, como olvidarlo...). También recordarán la copita de ginebra que se tomaba antes de dormir y cuando recién se levantaba. El sabor irrepetible de su salsa y de las milanesas con Quaker. Otros nunca podrán olvidar que podía arreglar todo, todo! Hasta encontró la forma de volver a ponerle la cabeza a una Barbie, atravesándole un alambre y creando así el primer ejemplar de la Barbie Frankestein. Sin duda, todos los que lo conocimos vamos a recordar sus ideas firmes, testarudas. Sus ojos un poco tristes y su silencio, su pelo blanco pero abundante para su edad. Todo eso que conforma un hombre cuya bondad siempre fue incuestionable.

Yo, como su nieta menor, heredé el insomnio del que ya les hablé, y justamente de él fue de quien escuché la descripción más certera de lo que se siente no poder dormir. Y ahora, que ya no está, me puse a pensar en qué es lo que más recuerdo del Nono. Claro que nunca voy a olvidar todo lo que ya describí, pero en mi memoria siempre va a quedar grabada la mirada tierna y llena de amor con que miraba a mi abuela, con la que se miraban los dos. El mejor ejemplo de que un amor puede durar más de medio siglo y de que los años y las enfermedades sólo pueden fortalecer gracias al cuidado persistente que se brindaban. También recuerdo sus historias. Las miles de anécdotas que tenía para contar y que, a pesar de sus achaques, nunca repetía. Esos sucesos simples que convertía en relatos heroicos. Me aterra pensar que muchos se fueron con él, de que muchos yo ya no recuerdo y de otros, sólo tengo fragmentos. Espero que algunos queden en mis primos, en mi tío y en mi papá. Porque son la memoria de un hombre imponente, pero también de un abuelo tierno y del que yo tengo recuerdos hermosos de mi infancia que guardo celosamente porque nos pertenecen sólo a él y a mí.

No sé exactamente qué será mi abuelo para otros. Pero gracias a él yo sé que soy una Maga con todas las letras.

7 comentarios:

  1. LLORE, TE JURO QUE LLORE.

    ResponderEliminar
  2. Yo tb lloré guachaaa!! Me hizo acordar a mi abuelo tb! te quiero!

    ResponderEliminar
  3. estoy llorando!! como te quiero nono!

    ResponderEliminar
  4. me mataste! y obvio que yo tambien llore, no podia faltar! Lulu

    ResponderEliminar
  5. Genial Sofi!!! impreshionante descripción de Papá (en mi caso)en todo su "esplendor". Por supuesto muy emotivo, forma parte de las cosas por las que vale la pena vivir, reir y llorar. Muchas gracias por la actitud y el amor. Si querés mejorar este blog sabés que contás conmigo.
    Tiokarlithos

    ResponderEliminar
  6. Que hermoso relato Sofi! Que bueno y cuanto amor que tenía el Nono, nunca lo vamos a olvidar!!!
    Besos! Caro

    ResponderEliminar
  7. Me parecio tan lindo y tierno de mi viejo , aquel que encontre en el ocaso de su vida y la plenitud de la mia , como lo extraño , papa alfredo

    ResponderEliminar