lunes, 28 de junio de 2010

El arrorró del tío

La famosísima canción de cuna conocida como el “arrorró” debe tener miles de variantes en todo el país. Y mi familia, como no podía ser de otra forma, tiene una versión propia que delata esa creatividad, un poco loca, es cierto, que caracteriza a todo el árbol genealógico. El artífice de este cover es el Tío Rogelio. Al que no recuerdo si alguna vez conocí, pero del que algo debo tener en mi sangre porque cuando mi abuela me fue a ver al hospital unos momentos después de haber nacido, se llevó las manos a la cara y dijo: “¡Ay! Se parece al Tío Rogelio!”. La pucha digo ahora, y si tenía un mínimo de conciencia en ese momento debo haber pensado lo mismo. No importa cómo era el tío, pero ninguna bebé que se parezca a un tío puede haber sido linda.

Lo más interesante de la versión, es que tanto mi mamá y mis tías, que fueron las que escucharon directamente de su voz este canto, como yo y mis primas, que vendríamos a ser las herederas indirectas, creímos siempre que esa era la versión original, mito (por llamarlo de alguna forma) que develamos un tiempo después por la comparación con versiones más normales. Pero para que juzguen por ustedes mismos, les transcribo la letra (les recomiendo leerla con la melodía para apreciar lo bien que combinan):

Arrorró mi niño, arrorró mi sol
Arroró pedazo de mi corazón (hasta acá viene bien)
Esta nena linda que nació de noche
Quiere que la lleven a pasear en coche (esto está en la original?)
El coche esta roto, el cochero manco (¿?)
Y los caballitos juegan en el campo.
Arrorró mi niño, arrorró mi sol
Arroró pedazo de mi corazón
Esta nena linda, que nació de día
Quiere que la lleven a lo de su tía (peligro!)
La tía está loca, el tío también (si claro... de eso nos damos cuenta)
Y en el manicomio los van a poner (bue... tampoco tanto)

Tengo el objetivo personal de que mis hijos crezcan escuchando esto, no sólo porque es la única que conozco de memoria, sino porque es de esas cosas que deben pasar de generación en generación.

viernes, 25 de junio de 2010

Hoy Cumple Años: Lucrecia

Si quieren saber de quien les hablo, hagan un click en su nombre que aparece aca nomás a la derecha.

FELIZ CUMPLE LUKETA!!!

domingo, 20 de junio de 2010

Un poco de Edipo

Con esta cosa del Día del Padre nos ponemos pensar en esa mitad de la cual venimos, en esa figura masculina que nos despierta, a nosotras las mujeres, los más extraños sentimientos edípicos mezclándolos con algo de rechazo en la adolescencia, un intento de acercamiento cuando empezamos a crecer y una admiración profunda y poco objetiva cuando crecimos. Con esta cosa del Día del Padre, me puse a pensar en mi papá.

Mi papá no es del tipo que nos cambiaba los pañales, sino del que mientras mi mamá lo hacía, pensaba en nuestro futuro.
Tampoco es de los que te dicen que no, porque me enseñó a saber qué pedir, y en todo caso a negociar.
No es de los que te llevan a misa, sino que me habla de Dios.
No por ser hombre y yo mujer dejábamos de hacer cosas juntos; casi como un varoncito me llevaba a pescar, a remar y a karate.
Ni tampoco es de los quiso matar a trompadas a mis novios, sino que me miraba en silencio mientras lloraba.
Es de los que critican fuerte, porque le aterra pensar en que podamos sufrir.
Pero no por eso es distante, sino que es de los que abraza fuerte y te hace cosquillas con el bigote.

De mi papasin, heredé la dificultad para hablar sobre uno mismo y para reconocer mis errores, la pasión por la historia y la necesidad de desarrollar la espiritualidad. También esa cosa polemista de discutir y argumentar que nos ha llevado a tener las charlas más profundas y elevadas. Puede ser que mi papá no sea el mejor del mundo, pero en mí mundo no podría haber otro.

miércoles, 16 de junio de 2010

En sus hombros

La historia que quiero contarles pasó hace muchos años y en algún lugar con playa. Y lo digo así, porque para ser sincera, no recuerdo exactamente cuando ni donde, de todas formas no es lo principal... En ese lugar y en ese momento, veraneábamos con mi familia y como siempre nos gustó jugar largas horas en el mar, queríamos pasar uno de esos pozos que se forman en la orilla, para llegar hasta las deseadas olas que rompían lejos de la costa. Pero el pozo era profundo y yo muy chica asique mi mamá me cargó, una vez más, a sus hombros, respondiendo afirmativamente como siempre fue, debo reconocerlo, a mis continuos pedidos de estar a upa. Me calzaba en sus caderas y se paseaba por todos lados conmigo colgada como un monito que encima le preguntaba todo el tiempo: “¿cuántos besos querés que te de?” y si el número no me convencía: “No... pedíme más!”, así me gané el apodo cariñoso de “besadorita”.

Pero volviendo al cruce, a mi mamá se le hacía difícil cargar con mi peso y se hundía. Entonces, tuve uno de esos momentos desconcertantes de adultez que tienen los niños y empecé a alentarla para que llegáramos... Dale ma! Yo sé que vos podes, yo sé que vos podés... Sabía que podía, porque mi mamá siempre pudo. Esa es la cosa con nuestros padres, que tienen una fuerza sobrehumana para cargarnos en sus hombros, pero eso no implica que de vez en cuando no necesiten unas palabras de aliento. Todavía hoy me siento a upa, le doy unos cuantos besos y le sigo reclamando mimos. Y ella, sigue diciendo que sí.

domingo, 13 de junio de 2010

NO llevo la voz cantante!

Basta! Llegó la hora de asumir la realidad. Aunque sea duro tengo que, de una vez por todas, reconocer que canto como el culo! La herencia nos da y nos niega rasgos a su antojo y entre los que me amarreteó a mí está el saber cantar. Es de esas cosas que tiene de lindo mi familia pero que a mi no me tocó en suerte. No serán grandes cantantes, pero tienen esas voces lindas que en una reunión familiar suenan bien. Mi mamá y mi tía entonan canciones de su época que yo no me sé pero que reconozco por sus voces. Mi abuela canta unos folklores “como que nena...” y tendrían que escuchar a mi abuelo cantando unos tanguitos mientras cocina: todo un espectáculo, acompañado de baile y todo. El tío Guille canta tan lindo... y todos lo sabemos porque lo combina a la perfección con la cara dura de cantar en cualquier lugar. Por el lado de la música alternativa tenemos a la nona Noemí que tararea el día entero y así le salió un hijo bajista y otro silbador.

Evidentemente los genes cantantes se los robó mi hermana. Pero a mí no me importa! Seguiré cantando mal, seguiré torturando a mi mamá con mi versión de “Duerme, duerme negrito” y haciendo mi imitación, paupérrima por cierto, de Patricia Sosa y si todavía no los dejé sordos, también alguna de Shakira. Porque como me enseñó un filósofo santafesino “actitud mata talento”. Al menos sé que no estoy sola, Marcelo me acompaña.

miércoles, 9 de junio de 2010

Nueva sección

La Lucha Contra La Herencia se complace en presentar la sección "Hoy Cumple Años:" a la que pueden acceder haciendo un simple click en el nombre de la persona que aparece a la derecha (aclaración para principiantes como yo en esto de los blogs). Un espacio que tiene como objetivo describir a aquellas personas que forman parte del rompecabezas del que les hablé hace un tiempo. Obviamente van a ir apareciendo en la medida en que el calendario me recuerde que esas personas nacieron y que a partir de ese momento cambiaron mi vida. Un pequeño homenaje para grandes personas...

lunes, 7 de junio de 2010

Tres mujeres, un placard

Entre las cosas buenas que tiene la herencia, es que entre mi hermana, mi mamá y yo tenemos la misma estructura corporal. Dependiendo de la edad, el peso y la época del año, las camperitas, sweaters, remeras y en mis mejores momentos, los jeans, se convierten en propiedad familiar. Pero este comunismo textil tiene sus reglas. Ninguna jamás olvida qué es de su propiedad y en la medida de lo posible, hay que devolverlo en condiciones.

Lo malo de esta situación es la responsabilidad con la que una carga al vestir una prenda que pertenece a una hermana extremadamente cuidadosa. A veces hasta prefiero no ponerme nada que no sea mío, sólo para no estar pendiente de que me tiren algo encima o que se queme o cualquiera de esas cosas que pasan en los boliches. Y no es que yo sea una perseguida. Desde mi más tierna infancia tengo una tendencia, de esas “sin querer queriendo”, a romper las cosas de mi hermana. Al principio eran las Barbies, arrancando, sin saber cómo, las malditas extremidades que no se podían volver a poner y perdiendo los minúsculos instrumentos de los Pin&Pon. Con la llegada de la adolescencia, fueron los accesorios. Siempre me acuerdo cuando le rompí un collar de vidrio (recién salían, por lo tanto era carísimo y re top), pero no durante la noche, sino cuando llegué a casa y me estaba desprendiendo los zapatos. De todas formas, la que menos se beneficia es mi mamá, porque no sólo le usamos sus cosas, sino que en cuanto podemos nos las adueñamos y las traemos a Buenos Aires.

Aunque esté más tranquila usando mis cosas, debo reconocer que un placard para tres mujeres tiene beneficios indiscutibles. Al menos tenemos la excusa de comprar algo caro “si total... lo podemos usar las tres”.

lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre el Nono

Muchos dirán que lo más recuerdan de mi abuelo Carlos es su sordera. La camiseta típicamente italiana. O los manchones de pintura en los brazos y en la panza que dejaba que se le fueran solos. El hecho de que consiguiera su vino preferido en damajuana (el Tintarelli, como olvidarlo...). También recordarán la copita de ginebra que se tomaba antes de dormir y cuando recién se levantaba. El sabor irrepetible de su salsa y de las milanesas con Quaker. Otros nunca podrán olvidar que podía arreglar todo, todo! Hasta encontró la forma de volver a ponerle la cabeza a una Barbie, atravesándole un alambre y creando así el primer ejemplar de la Barbie Frankestein. Sin duda, todos los que lo conocimos vamos a recordar sus ideas firmes, testarudas. Sus ojos un poco tristes y su silencio, su pelo blanco pero abundante para su edad. Todo eso que conforma un hombre cuya bondad siempre fue incuestionable.

Yo, como su nieta menor, heredé el insomnio del que ya les hablé, y justamente de él fue de quien escuché la descripción más certera de lo que se siente no poder dormir. Y ahora, que ya no está, me puse a pensar en qué es lo que más recuerdo del Nono. Claro que nunca voy a olvidar todo lo que ya describí, pero en mi memoria siempre va a quedar grabada la mirada tierna y llena de amor con que miraba a mi abuela, con la que se miraban los dos. El mejor ejemplo de que un amor puede durar más de medio siglo y de que los años y las enfermedades sólo pueden fortalecer gracias al cuidado persistente que se brindaban. También recuerdo sus historias. Las miles de anécdotas que tenía para contar y que, a pesar de sus achaques, nunca repetía. Esos sucesos simples que convertía en relatos heroicos. Me aterra pensar que muchos se fueron con él, de que muchos yo ya no recuerdo y de otros, sólo tengo fragmentos. Espero que algunos queden en mis primos, en mi tío y en mi papá. Porque son la memoria de un hombre imponente, pero también de un abuelo tierno y del que yo tengo recuerdos hermosos de mi infancia que guardo celosamente porque nos pertenecen sólo a él y a mí.

No sé exactamente qué será mi abuelo para otros. Pero gracias a él yo sé que soy una Maga con todas las letras.

sábado, 29 de mayo de 2010

Dormir en casa...

Otra de las batallas en esta bendita lucha es la nocturna. Dormir en mi casa es todo un tema. Los mas revoltosos somos mi padre y yo. Alfredo, mi papá, heredó del suyo trastornos del sueño como insomnio, pesadillas, sonambulismo, hablar dormido y, especialmente, unos ronquidos motorizados y con sonidos extraños. No es el típico ronquido gutural y rítmico, sino algo más silbado y cambiante.

Asique dentro del folklore familiar, siempre se recuerda la vez que mi mamá lo encontró gateando en la cocina, o cuando se levantó y había un palo de escoba al lado de la cama... había soñado que se tenía que defender. Otra de las inolvidables, es cuando se despertó por el frío en el balcón de su departamento de estudiante. Mientras lo contaba, con el suspenso debido, una amiga le preguntó: “¿de qué piso?”, el contestó: “parquet...”. (risas). El tema es que no sólo no dormimos nosotros sino que molestamos a los de alrededor. Hay dos historias más que les tengo que contar. Una es cuando en nuestro pequeño departamento porteño, Alfredito roncaba, Alfon lo quiso despertar, claro que no se imaginaba que él la iba a agarrar del brazo gritando. Por supuesto mi mamá y yo nos levantamos para ver que pasaba... como si fuera lo más normal del mundo, volvimos a dormir. Y era normal porque unos años antes, todos nos levantamos gritando:

-Yo (dormida y sufriendo): “chicas, paren; no chicas no, por favor”.
-Papá (dormido y orgulloso): “¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria!”.
-Alfon: (despierta y desconcertada): “¡En esta casa no se puede dormir!”
-Mamá (despierta y conciliadora): “Alfredo... Alfredo despertate...”.

Algo logramos solucionar gracias a remedios, terapias, mis queridisimas pastilocas y otras cosas q voy tratando de incorporar al ritual que implica irme a dormir: la placa de los dientes (conocida como chupete), antifaz, sonido uterino (si... un ruido que representa el útero materno)... y ahora si... buenas noches y que sueñes con los angelitos!

miércoles, 26 de mayo de 2010

Lo que hay que saber

Lo que hay q saber antes de ir un domingo al campo:

- Que el que le da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro.
- Que negro soy yo y negra es mi generación, pero más negro es tu culo y no te causa admiración.
- Que el no come carne, no come chorizo.
- Andá reservando un lugar en la lista de masajes de Memo.
- Si estás en la pileta y escuchas sonar una campana, eso significa que está la comida. No hagan esperar al asador, por favor.
- Antes de que llegue la comida, ya tenés que tener preparado el pancito para el choripan. Sino seguro que te queda el culito.
- Cuando llegó la comida, apurate porque es la Ley de la Selva. Encima que la fuente siempre empieza a pasar por la otra punta de la mesa, sino mandas el tenedor rápido, no te queda nada. No importa cuantas manos pinches en el camino.
- De todas formas, siempre lo mejor del asado llega al final, cuando ya nadie tiene hambre. Es una estrategia desarrollada por el asador para poder llevarse lo mejor para la cena.
- Sobre el postre: siempre es un rejunte delicioso de lo que hay en la alacena de las cocineras, madres y tías; la condición imprescindible: que sea susceptible de Paddy; sino contiene una gran dosis de dulce de leche o chocolate, nadie lo come; si hay helado Mundial, decí que estas cuidándote porque es intomable.
- La sobremesa se concentra en la cabecera. Esto por varios motivos: para llegar antes en la repartición del postre, para acomodarte estratégicamente al lado del masajista, y para jugar una pulseada con el abuelo.
- Siempre, pero siempre, hablá a los gritos. Es probable que haya tres o cuatro conversaciones a lo largo de la mesa, si querés estar en la de la otra punta, gritá más fuerte.
- En algún momento explota el karaoke. Cantá a los gritos, obvio. También viene acompañado de baile, en lo posible arriba del banco.
- Hay que saber silbar el Himno del Campo.
- Después del cafecito, pero antes de los mates, a veces, se organiza una expedición para juntar higos o nueces, ponete el buenísimo repelente marca “Rube”.

Es probable que sobrevivas, pero seguro te vas con un sobrenombre nuevo impuesto por el abuelo Pocho. Lo bueno es que los invitados tienen sólo uno. Nosotras ligamos uno nuevo todos los fines de semana. Para que se den una idea, el último que me tocó a mí es “Bombachita de goma”, porque no dejo pasar un pedo. Prepárense!

viernes, 21 de mayo de 2010

Atrasada

Hoy me di cuenta de que estoy miles de años atrasada. Si! Miles de años... porque unos diez añitos... bue... vaya y pase... pero miles? Es como que ya pasa de retro o vintage. Todo esto viene a razón de que ayer haciendo shopping me di cuenta de que el mundo no esta preparado para un cuerpo como el mío. Una mujer del neolítico seguro no tenía el problema de que sus caderas fueran demasiado anchas o que su cola sobresaliera demasiado. Al contrario! Eso sería un símbolo de fertilidad y todos los hombres de la tribu hubieran querido invitarla a compartir su cueva.

Mientras pienso esto me acuerdo de las conversaciones que solemos tener en el campo con mis primas, hermana, tías y madre. Todas nos quejamos de algo: que tengo las lolas muy chicas, que las mías son muy grandes, que las piernas cortas, que las piernas flacas, que la panza esto, la cola aquello, y la vedette de todos las culpables: la celulitis... hasta me parece que la escucho a la abuela Manuela diciendo con cara de preocupación chismosa: “¿el que che?”. Y todas la miramos con risa burlona. Ella es la madre patria de todos lo culos Gonzalez (Andrín-Robles- etc, porque nadie se quiere hacer cargo de haber sido la primer culona), o al menos es la que yo tengo a mano para mandarle el fardo.

Esta es la primer batalla de la lucha contra la herencia. La que nunca vamos a ganar. Porque no hay gimnasio, mesoterapia, gel criógeno, cremas, dietas que nos desdibujen las curvas. Las podrán reducir, eso si. Pero siempre va a aparecer un pocito que no podemos tapar con nada. Asique hice caso omiso a todo este dilema. Me compre unas botas altas que combinaré con un vestidito que me tape el culo. Y al que no le guste... que vaya a quejarse con mi abuela!

miércoles, 19 de mayo de 2010

Empezando...

Nos creemos seres únicos. Tenemos que serlo. Así lo dicta nuestra sociedad en donde la originalidad y la diferencia son valores sumamente estimados. Por eso nos aterramos cuando descubrimos en nosotros características de otros. Y aunque muchos de estos extraños elementos nos acercan con nuestros amigos, cuando se refiere a nuestra familia nos llevan horas y horas de terapia.

Porque en el fondo, siento que nuestra diferencia no está en los rasgos que nos componen sino en la forma en que vamos tratando de acomodarlos. Como una cadena de ADN, vamos mezclando los que nos tocó genéticamente con lo que vamos absorbiendo de las personas que nos rodean. Lástima que a veces el ácido social sea más ácido, valga la redundancia, que el desoxirribonucleico. Por mi parte, debo reconocer que heredé la capacidad de aturdir con mi carcajada, una graaaaaan cola, la maldita celulitis, algunos trastornos del sueño, una nariz común (comunarbol), etc, etc, etc...

Alguna vez, les dije a mis amigos que en el gran rompecabezas (rompe-cabezas!) que conforma mi personalidad, ellos son una importante pieza. Este blog es en honor a todas esas piezas, muchas deformes, y muchas que no sé donde encajar. El resultado no va a ser un hermoso paisaje, pero eso no me desanima. Porque esta Lucha contra la herencia, también puede ser una Lucha por la herencia. Para aprender a ver todo lo bueno que tenemos de nuestra familia y reírnos de nuestros defectos (aunque no nos cauce mucha gracia).

Estas y las próximas humildes palabras son para todos los que me dejaron algo, o sea, de todos aquellos de los que fui absorbiendo cosas como la insaciable esponja que soy.